Escrit per: Lupe
Querido/a desconocido/a,
Hoy te encuentras encamado en una sala de hospital, aislado de todos los tuyos. El ataque de un mal bicho te ha alcanzado. Estamos en guerra, confinados en nuestras casas, para no contagiarnos. Tú has tenido mala suerte y yo aquí en casa pienso mucho en ti, en lo mal que lo debes estar pasando, pero no sé qué puedo hacer por ti.
Para llenar mi tiempo he recurrido a mi gran afición y he ido al trastero en busca de algo que restaurar. Arrinconado lleno de polvo y desgastado por los años estaba aquel costurero de mi abuela. Sin dudarlo, atraída como un imán, he empezado a quitarle los años, a aplicarle capas de goma laca. Con la restauración me he ido relajando y era como si te aplicara a tí capas de cura y cariño.
Pero también me ha traído recuerdos; recuerdos de infancia que quiero compartir contigo…
… al calor del hogar una niña juega sentada sobre la alfombra con su muñeca de trapo. En el aire suena música. De vez en cuando levanta la vista y mira a su abuela que canturrea flojito. Sujeta una tela con una mano y la otra sube y baja al compás de su canción.
-Abuelita ¿has visto que bonita está mi muñeca con su nuevo vestido?
La abuela levanta la vista sobre sus diminutas gafas y sonríe.
-Esta mañana al despertar estaba sobre mi almohada. Es un vestido de princesa. Ha sido el hada ¿Tú no la oíste abuela?
Y la abuela sigue sonriendo y su mano subiendo y bajando.
Querido/a desconocido/a no te cierres en tu dolor, revive tú también tus buenos recuerdos que te harán sonreír como lo he hecho yo pensando en ti.